2.- Dei Verbum, Constitución dogmática sobre la divina Revelación
La constitución sobre la Revelación propone, ante todo, una noción de Revelación que supera la concepción de ésta como una oferta de verdades de Dios a los hombres. La Revelación es la manifestación personal que Dios hace de sí mismo a la humanidad en orden a establecer una Alianza (una relación personal de mutua entrega). El término correlativo es la fe del hombre como donación total a la previa (auto-) Revelación de Dios.
Se presenta a Cristo como plenitud de la Revelación. A partir de aquí, la Escritura y la Tradición son dos formas –escrita y oral- de llegar a nosotros la misma realidad del Señor: la Escritura como objetivación de los datos y la Tradición como la matriz y la luz interpretativa comunitaria.
Paralelamente a la presentación de la Iglesia como Sacramento, subyace en la Dei Verbum el concepto de Revelación como Sacramento, es decir, como signo visible y eficaz de la gracia que Dios oferta a la humanidad.
DV 11 afirma que “los libros de la Sagrada Escritura enseñan con firmeza, con fidelidad y sin error aquella verdad que Dios hizo consignar en dichos libros, para nuestra salvación”. Señalando la finalidad e intención de la Biblia “para nuestra salvación”, centra el espíritu y el criterio desde el que hemos de leerla e interpretarla, y cierra el paso a discusiones estériles sobre aspectos científicos o históricos.