Concilio Vaticano II

El Concilio Vaticano II (1ª parte)
El pasado 11 de octubre se cumplió el 50º aniversario de la Apertura del Concilio Vaticano II. Este hito puede ser la ocasión para que volvamos sobre tal evento y su mensaje, (casi) por estrenar. El primer paso para que revitalice nuestra Iglesia es conocer su contexto histórico y sus contenidos fundamentales. 
1.- Importancia, génesis y desarrollo
Sin duda alguna, el concilio Vaticano II fue el gran acontecimiento eclesial del siglo XX y constituye la brújula de la Iglesia de nuestra época. Ocupa el puesto vigésimo primero de los concilios ecuménicos. Podría decirse que fue el más “ecuménico” de todos, no sólo cuantitativamente (convocó a más de dos mil obispos), sino cualitativamente: el aula conciliar acogió esta vez obispos provenientes de los países no occidentales, además de observadores invitados de las otras confesiones cristianas (protestantes, ortodoxos, anglicanos etc.). El concilio tuvo lugar en 4 sesiones, entre la apertura (11 de octubre de 1962) y la clausura (8 de diciembre de 1965). Comenzó bajo los auspicios del buen Juan XXIII y fue Pablo VI el encargado de llevarlo a puerto.
2.- Una puesta al día de la Iglesia
El concilio quiso ser una puesta al día (“aggiornamento”) de la Iglesia de nuestros días, para re-encontrarse con el mundo moderno en una actitud de diálogo y de colaboración, frente al distanciamiento, los recelos y los desencuentros de épocas anteriores. La iglesia trató de abrirse a las realidades que se encontraban más allá de sí misma: las otras confesiones cristianas, las religiones no cristianas, el mundo de la increencia, las realidades mundanas, no en actitud de dominio o superioridad, sino de búsqueda común frente a los desafíos de nuestro tiempo. Fue un hecho cargado de simbolismo que el concilio comenzara en la Basílica de san Pedro, en torno al altar, y acabara en la plaza del Vaticano.
3.- Un concilio eclesial
El Vaticano II fue, ante todo, un concilio eclesial; la Iglesia, en proceso de búsqueda de su identidad y de su papel en el contexto de la modernidad, se pregunta: “¿Qué dices de ti misma? ¿Qué le dices al mundo?”. Para responder(se), busca su inspiración en “las fuentes”: la Sagrada Escritura, la teología de los Santos Padres de la primitiva Iglesia y la Liturgia.
  1. La Iglesia se presenta como misterio, es decir, como una realidad que nos remite al designio de salvación que el Dios Trinitario tiene para la humanidad, que se ha ido realizando en la historia, de la cual la Iglesia forma parte y a la cual sirve. Con ello se supera el planteamiento de Iglesia como sociedad jurídica centrada en sí misma, al margen y por encima de las demás realidades mundanas
  2. La Iglesia se concibe y presenta a sí misma bajo la categoría bíblica de Pueblo de Dios, en continuidad con el pueblo de Israel, depositario de la Antigua Alianza. Con esta imagen se sugiere la índole peregrinante de la Iglesia, que va redescubriendo su identidad y realizando su misión a través de los acontecimientos de la historia, junto con las demás personas y grupos con los que comparte la humanidad. De esta forma se elude la tentación de triunfalismo, autosuficiencia y enfrentamiento con otras realidades mundanas. Además, el hecho de formar parte activa del Pueblo de Dios sugiere la igualdad fundamental de todos los bautizados y la llamada universal a la santidad, a partir de las cuales cobran relieve los distintos carismas y ministerios que estructuran la vida de la Iglesia. De esta forma, se supera la perspectiva preconciliar que identifica de forma casi exclusiva a la Iglesia con su jerarquía.
  1. La concepción centralista y piramidal de la Iglesia deja paso a otra más descentralizada y participativa: se reconoce un mayor papel a las iglesias particulares (las diócesis) y a los obispos, en su doble dimensión de pastores propios de las mismas y en cuanto miembros del colegio episcopal, junto con todos los obispos del mundo, presididos por el obispo de Roma (que es el Papa).
1.- Lumen Gentium, Constitución dogmática sobre la Iglesia
            En la elaboración del esquema de este documento, se introdujo un cambio que, a la postre, resultaría revolucionario. El capítulo II de esta constitución presenta a la Iglesia como Pueblo de Dios, en el que todos los bautizados tienen una misma dignidad, por su participación en el sacerdocio común de los fieles, y están llamados a su propia santificación (capítulo V: Universal vocación a la santidad en la Iglesia) y a la realización de la misión de la Iglesia.
            A partir de esta igualdad fundamental, se presentan los diversos estados de la vida cristiana, que conforman el único Pueblo de Dios: Constitución jerárquica de la Iglesia y particularmente el episcopado (capítulo III), los laicos (capítulo IV) y los religiosos (capítulo VI). Lo principal, pues, es la condición cristiana que emana del bautismo, y las determinaciones posteriores (obispos, presbíteros o diáconos, laicos y religiosos) no hacen sino especificar la vocación fundamental a la vida cristiana. La Iglesia, pues, ya no se entiende a partir de la jerarquía, sino que ésta se presenta en el interior y al servicio de toda la Iglesia.
            Particular importancia se da a los laicos; a ellos “pertenece por propia vocación buscar el Reino de Dios tratando y ordenando, según Dios, los asuntos temporales”; ello porque “El carácter secular es propio y peculiar de los laicos” (LG 31b).
            Aparece con fuerza en el capítulo III la idea de la colegialidad episcopal. El conjunto de los obispos forma un colegio o cuerpo unitario que, presidido por el obispo de Roma (el Papa) tiene la responsabilidad de la predicación de la Palabra de Dios, de la santificación por los sacramentos y del gobierno de todo el Pueblo de Dios. A su vez, cada obispo cuenta en su diócesis con un presbiterio formado por el conjunto de presbíteros o curas que, como próvidos colaboradores, sirven a dicha porción del Pueblo de Dios a él encomendada. Paralelamente, se establecen los Consejos pastorales para articular la participación de los laicos y religiosos en la acción pastoral en la diócesis y en las parroquias.
Toda la Iglesia es presentada como Misterio (capítulo I) o Sacramento, es decir, no como una entidad autosuficiente, sino toda ella dependiente del Dios Trinitario y toda ella consagrada al servicio de los hombres: “La Iglesia es, en Cristo, como un sacramento, o sea, signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano” (LG 1). Como sacramento de salvación que es, la Iglesia es siempre peregrina hacia ese Reino que nunca transparenta ni realiza completamente (Capítulo VII: Índole escatológica de la Iglesia peregrinante y su unión con la Iglesia celestial).
Finalmente, la figura de María es integrada como el capítulo final de este documento dedicado a la Iglesia (capítulo VIII: La Bienaventurada Virgen María, madre de Dios en el misterio de Cristo y de la Iglesia). María no es una pieza aparte, sino que se concibe como madre y figura de la Iglesia.
2.- Dei Verbum, Constitución dogmática sobre la divina Revelación
            La constitución sobre la Revelación propone, ante todo, una noción de Revelación que supera la concepción de ésta como una oferta de verdades de Dios a los hombres. La Revelación es la manifestación personal que Dios hace de sí mismo a la humanidad en orden a establecer una Alianza (una relación personal de mutua entrega). El término correlativo es la fe del hombre como donación total a la previa (auto-) Revelación de Dios. 
            Se presenta a Cristo como plenitud de la Revelación. A partir de aquí, la Escritura y la Tradición son dos formas –escrita y oral- de llegar a nosotros la misma realidad del Señor: la Escritura como objetivación de los datos y la Tradición como la matriz y la luz interpretativa comunitaria. 
Paralelamente a la presentación de la Iglesia como Sacramento, subyace en la Dei Verbum el concepto de Revelación como Sacramento, es decir, como signo visible y eficaz de la gracia que Dios oferta a la humanidad.
            DV 11 afirma que “los libros de la Sagrada Escritura enseñan con firmeza, con fidelidad y sin error aquella verdad que Dios hizo consignar en dichos libros, para nuestra salvación”. Señalando la finalidad e intención de la Biblia “para nuestra salvación”, centra el espíritu y el criterio desde el que hemos de leerla e interpretarla, y cierra el paso a discusiones estériles sobre aspectos científicos o históricos.
3.- Sacrosanctum Concilium, Constitución sobre la sagrada Liturgia 
            En esta Constitución, que fue la primera aprobada en el concilio, encontramos cuatro acentos o recuperaciones principales:
a)    El verdadero sujeto de la acción litúrgica es la comunidad cristiana, que es pueblo sacerdotal.
b)    El papel esencial del misterio pascual (muerte y resurrección de Jesucristo) como centro de toda celebración litúrgica.
c)    La Palabra de Dios es revalorizada en la celebración sacramental, que en adelante se realizará en las lenguas vernáculas, no en latín.
d)    La adaptación, dentro de la unidad fundamental, al carácter y costumbres de los diferentes pueblos que forman la Iglesia.
4.- Gaudium et spes, Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual
            En esta Constitución, que ha sido clasificada como el nervio del concilio, la Iglesia abordó su visión del mundo, del hombre y de la historia, y lo hizo con un talante receptivo y optimista. Las claves de interpretación de este documento, que se propone no disociar la doctrina de la práctica son las siguientes:
a)    Discernir los “signos de los tiempos” como lugares de la vida de los hombres a tener en cuenta tanto en la reflexión teológica como en la acción pastoral de la Iglesia.
b)    La teología no quiere ser un hecho meramente especulativo, sino una expresión de la Historia de la salvación que se va realizando entre los hombres. Es una reflexión que surge de abajo arriba, cuyo sujeto es el conjunto del Pueblo de Dios, a partir del análisis de la realidad. 
Su segunda parte la dedica a temas concretos como el matrimonio y la familia, el progreso cultural, la vida económica y social, y la vida en la comunidad política.    
Retazos del Concilio Vaticano II

De la Constitución Lumen Gentium (LG), sobre la identidad de la Iglesia

*           LG 1: La Iglesia es, en Cristo, como un sacramento o señal, e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano.
*           LG 8: Esta Iglesia, establecida y organizada en este mundo como una sociedad, subsiste en la Iglesia católica.
*           LG 16: Pues los que inculpablemente desconocen el Evangelio de Cristo y su Iglesia, y buscan con sinceridad a Dios, y se esfuerzan bajo el influjo de la gracia en cumplir con las obras de Su voluntad, conocida por el dictamen de la conciencia, pueden conseguir la salvación eterna.
*           LG 26: Porque «la participación del cuerpo y sangre de Cristo no hace otra cosa sino que pasemos a ser aquello que recibimos«. (San León Magno).
*           LG 28: [Los pastores] Se afanan finalmente en la palabra y en la enseñanza, creyendo en aquello que leen cuando meditan en la ley del Señor, enseñando aquello en que creen, imitando aquello que enseñan.
*           LG 31: A los laicos pertenece por propia vocación buscar el Reino de Dios tratando y ordenando, según Dios, los asuntos temporales.
*           LG 67: Recuerden, pues, los fieles que la verdadera devoción [a la Virgen María] no consiste en un afecto estéril y transitorio…, sino que procede de la fe verdadera, por la que somos conducidos a conocer la excelencia de la Madre de Dios y somos excitados a un amor filial hacia nuestra Madre y a la imitación de sus virtudes.

De la Constitución Dei Verbum (DV) sobre la divina Revelación

*           DV 1: Este Concilio se propone exponer la doctrina genuina sobre la divina Revelación y sobre su transmisión para que todo el mundo, oyendo, crea el anuncio de la salvación; creyendo, espere, y esperando, ame.
*           DV 2: Dispuso Dios en su sabiduría revelarse a Sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad… Este plan de la revelación se realiza con hechos y palabras intrínsecamente conexos entre sí, de forma que las obras realizadas por Dios en la historia de la salvación manifiestan y confirman la doctrina y los hechos significados por las palabras, y las palabras, por su parte, proclaman las obras y esclarecen el misterio contenido en ellas.
*           DV 10: El oficio de interpretar auténticamente la Palabra de Dios escrita o transmitida oralmente ha sido confiado únicamente al Magisterio vivo de la Iglesia, cuya autoridad se ejerce en el nombre de Jesucristo.  Este Magisterio… no está sobre la Palabra de Dios, sino que la sirve, enseñando solamente lo que le ha sido confiado.
*           DV11: Las verdades reveladas por Dios, que se contienen en la Sagrada Escritura, se consignaron por inspiración del Espíritu Santo… los libros de la Escritura enseñan firmemente, con fidelidad y sin error, aquella verdad que, para nuestra salvación, Dios quiso consignar en las Sagradas Letras.
*           DV 12: la Sagrada Escritura hay que leerla e interpretarla con el mismo Espíritu con que se escribió para sacar el sentido exacto de los textos sagrados.
*           DV 21: La Iglesia ha venerado siempre las Sagradas Escrituras al igual que el mismo Cuerpo del Señor.
*           DV 22: Es conveniente que los cristianos tengan amplio acceso a la Sagrada Escritura.
*           DV 25: Pero no olviden que debe acompañar la oración a la lectura de la Sagrada Escritura para que se entable diálogo entre Dios y el hombre.

De la Constitución Sacrosanctum Concilium (SC), sobre la sagrada Liturgia

*          SC 10: la Liturgia [la Eucaristía] es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza.
*          SC 26: Las acciones litúrgicas no son acciones privadas, sino celebraciones de la Iglesia.
*          SC 27: La celebración comunitaria [de los sacramentos], con asistencia y participación activa de los fieles… hay que preferirla… a una celebración individual y casi privada.
*          SC 42: Hay que trabajar para que florezca el sentido comunitario parroquial, sobre todo, en la celebración común de la vida parroquial
*          SC 59: Los sacramentos… no sólo suponen la fe, sino que, a la vez, la alimentan… y la expresan, por medio de palabras y gestos; por esto se llaman sacramentos de la fe.
*          SC 100: Se recomienda que los laicos recen el Oficio divino o con los sacerdotes, o reunidos entre sí, e incluso en particular.
*          SC 106: El “día del Señor” o domingo… los fieles deben reunirse a fin de que escuchando la palabra de Dios y participando en la Eucaristía, recuerden la Pasión, la Resurrección y la Gloria del Señor Jesús y den gracias a Dios.

De la Constitución pastoral Gaudium et Spes (GS), sobre la Iglesia en el mundo actual

*          GS 1: Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón.
*          GS 4: Para cumplir esta misión es deber permanente de la Iglesia escrutar a fondo los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio, de forma que, acomodándose a cada generación, pueda la Iglesia responder a los perennes interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la vida presente y de la vida futura, y sobre la mutua relación de ambas. Es necesario, por ello, conocer y comprender el mundo en que vivimos, sus esperanzas, sus aspiraciones y el sesgo dramático que con frecuencia le caracteriza.
*          GS 10: los desequilibrios que fatigan al mundo moderno están conectados con ese otro desequilibrio fundamental [el pecado] que hunde sus raíces en el corazón humano.
*          GS 19: En esta génesis del ateísmo pueden tener parte no pequeña los propios creyentes, en cuanto que, con el descuido de la educación religiosa, o con la exposición inadecuada de la doctrina, o incluso con los defectos de su vida religiosa, moral y social, han velado más bien que revelado el genuino rostro de Dios y de la religión
*          GS 22: El misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado. Porque… Cristo, nuestro Señor, Cristo… manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación.
*          GS 31: El porvenir de la humanidad está en manos de quienes sepan dar a las generaciones venideras razones para vivir y razones para esperar.
*          GS 45: La Iglesia es «sacramento universal de salvación», que manifiesta y al mismo tiempo realiza el misterio del amor de Dios al hombre.
*          GS 58: La Iglesia, enviada a todos los pueblos sin distinción de épocas y regiones, no está ligada de manera exclusiva e indisoluble a raza o nación alguna, a algún sistema particular de vida, a costumbre alguna antigua o reciente.
*          GS 63: Porque el hombre es el autor, el centro y el fin de toda la vida económico-social.
*          GS 78: La paz no es la mera ausencia de la guerra, ni se reduce al solo equilibrio de las fuerzas adversarias, ni surge de una hegemonía despótica, sino que, con toda exactitud y propiedad, se llama obra de la justicia (cf. Is 32, 7).
Apostolicam Actuositatem
Decreto conciliar sobre el apostolado de los laicos
El decreto conciliar Apostolicam Actuositatem, dedicado al apostolado de los laicos o seglares, consta de un proemio y seis capítulos: Capítulo I. Vocación de los seglares al apostolado. Capítulo II. Fines que hay que lograr. Capítulo III. Los diversos campos del apostolado. Capítulo IV. Las diferentes formas de apostolado. Capítulo V. Orden que hay que observar. Capítulo VI Formación para el apostolado.
La vocación propia de los laicos y su puesto en la Iglesia se presentan desde la común dignidad de los hijos de Dios que el Señor da a todos los fieles por el Bautismo-
El campo del apostolado de los laicos abarca tanto al interior de la comunidad cristiana, con diferentes servicios o ministerios (catequista, liturgia, caritas, misiones), como en el apostolado en el campo abierto de la sociedad.
AA sitúa a los laicos en su verdadero lugar, pasando de considerarlos «colaboradores» del clero a reconocerlos realmente como «corresponsables» del ser y actuar de la Iglesia: «Hay en la Iglesia diversidad de ministerios, pero unidad de misión». Nadie es, en la Iglesia, sujeto o receptor meramente pasivo: todos y cada uno en su lugar de acuerdo con su vocación específica, son y han de sentirse corresponsables.
Los diversos campos del apostolado de la Iglesia que recuerda AA son: la familia, los jóvenes, el medio social, el orden nacional e internacional. Respecto a su actuación en el medio social (“esfuerzo por llenar de espíritu cristiano el pensamiento y las costumbres, las leyes y las estructuras de la comunidad en que uno vive”), remarca que “hasta tal punto es deber y carga de los laicos, que nunca lo pueden realizar convenientemente otros”; “Pero los verdaderos apóstoles, lejos de contentarse con esta actividad, ponen todo su empeño en anunciar a Cristo a sus prójimos, incluso de palabra. Porque muchos hombres no pueden escuchar el Evangelio ni conocer a Cristo más que por sus vecinos seglares (AA 13)
Para poder cumplir cabalmente su misión, os laicos han de ir pertrechados de una formación humana íntegra, así como de la formación específica para su campo de apostolado concreto
La fecundidad del apostolado seglar depende de su unión vital con Cristo. El decreto habla de la llamada a los laicos a avanzar en la santidad y de cómo, la espiritualidad que les es propia, viene caracterizada por el propio estado de matrimonio y de familia, de soltería o de viudez; así como por la actividad profesional y social. El modo característico de la espiritualidad laical es actuar a modo de fermento
Luminosas, y síntesis de lo dicho, son las palabras en las que propone a la Virgen María como modelo de espiritualidad laical.
Un hito importante del Magisterio de la Iglesia sobre los laicos, a los veinte años del Concilio Vaticano II y en continuidad con el decreto Apostolicam Actuositatem, es  la exhortación apostólica Christifideles laici del Papa Juan Pablo II, cuya finalidad es tratar la vocación y misión de los laicos. Sin duda, dos jalones imprescindibles para ir consolidando un laicado maduro, corresponsable y asociado, capaz de dar los mejores frutos en la Nueva Evangelización.

APOSTOLICAM ACTUOSITATEM

Decreto sobre el apostolado de los laicos

AA 2  Porque el apostolado de los laicos, que surge de su misma vocación cristiana, nunca puede faltar en la Iglesia… siendo propio del estado de los laicos el vivir en medio del mundo y de los negocios temporales, ellos son llamados por Dios para que… ejerzan su apostolado en el mundo a manera de fermento 
AA3   Los cristianos seglares obtienen el derecho y la obligación del apostolado.  
AA4   la fecundidad del apostolado seglar depende de su unión vital con Cristo, …Solamente con la luz de la fe y la meditación de su palabra divina puede uno conocer siempre y en todo lugar a Dios… buscar su voluntad en todos los acontecimientos, contemplar a Cristo en todos los hombres, y juzgar rectamente sobre el sentido y el valor de las cosas materiales en sí mismas y en consideración al fin del hombre   
AA5   la misión de la Iglesia es… también el impregnar y perfeccionar todo el orden temporal con el espíritu evangélico. 
AA8   no se brinde como ofrenda de caridad lo que ya se debe por título de justicia; se quiten las causas de los males, no sólo los efectos, y se ordene el auxilio de forma que quienes lo reciben se vayan liberando poco a poco de la dependencia externa y se vayan bastando por sí mismos.
AA10   Acostúmbrense los laicos a trabajar en la parroquia íntimamente unidos a sus sacerdotes; a presentar a la comunidad de la Iglesia los problemas propios y los del mundo…     Cultiven sin cesar el sentido de diócesis.
AA11   Los cónyuges cristianos… son para sus hijos los primeros predicadores de la fe y los primeros educadores; los forman con su palabra y con su ejemplo para la vida cristiana y apostólica, los ayudan con mucha prudencia en la elección de su vocación
AA12   Ellos [los jóvenes] deben convertirse en los primeros e inmediatos apóstoles, de los jóvenes… También los niños tienen su actividad apostólica. Según su capacidad, son testigos vivientes de Cristo entre sus compañeros.
AA14  Siéntanse obligados los católicos a promover el verdadero bien común, y hagan pesar de esta forma su opinión para que el poder civil se ejerza justamente y las leyes respondan a los principios morales y al bien común.  Los católicos… no rehúsen desempeñar cargos públicos… Procuren los católicos cooperar con todos los hombres de buena voluntad en promover cuanto hay de verdadero, de justo, de santo, de amable.
AA15   Los laicos pueden ejercitar su labor de apostolado o como individuos o reunidos en diversas comunidades o asociaciones 
AA16   El apostolado que se desarrolla individualmente… es el principio y fundamento de todo apostolado seglar, incluso el asociado, y nada puede sustituirle… y en algunas circunstancias el único apto y posible… El apostolado asociado es también muy importante porque muchas veces exige que se lleve a cabo en una acción común… de forma que son de esperar frutos mucho más abundantes que si cada uno trabaja separadamente…
AA20   Acción Católica… [ha sido definida] como la cooperación de los laicos en el apostolado jerárquico.
AA22   Dignos de especial honor y recomendación en la Iglesia son los laicos… que se consagran para siempre o temporalmente con su pericia profesional al servicio de esas instituciones y de sus obras. 
AA28   El apostolado solamente puede conseguir plena eficacia con una formación multiforme y completa…
AA30   Es deber también de las escuelas, de los colegios y de otras instituciones católicas dedicadas a la educación, el fomentar en los niños los sentimientos católicos y la acción apostólica. 
 
 

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