Catequesis de adultos (Confirmación)

Catequesis de adolescentes y adultos

La catequesis es, ante todo, una necesidad de la vida cristiana, que tiene sentido por sí misma, un servicio a quien quiere profundizar en ella, más que una especie de peaje para acceder a los sacramentos (bautismo, primera comunión, confirmación, matrimonio).

La catequesis supone un periodo de tiempo concreto –con un principio y un final- en el que a la persona que ha hecho ya una opción de fe, se le presentan los contenidos fundamentales de la vida cristiana adecuados a su momento vital.

La educación –el reciclaje- en la fe sí que ha de ser una tarea permanente, máxime hoy en día, en un cristiano que quiera serlo cabalmente. Así, los periodos de catequesis han de alternarse-complementarse con otros subsidios como las homilías, libros y revistas, cursos, grupos  de formación etc., en la medida de las posibilidades de cada uno.

Los sacramentos que jalonan la Iniciación cristiana –recordémoslo- son el bautismo, la confirmación y la eucaristía. La confirmación lleva a su plenitud el bautismo. Hasta ahora los sacramentos de la Iniciación cristiana iban ligados estrechamente a unas etapas vitales concretas: nacimiento, infancia, adolescencia. Cada vez más nos encontramos con personas que no han recibido estos sacramentos “a su tiempo” (aunque, como dice el refrán, “nunca es tarde si la dicha es buena”). Así nos encontramos con niños que reciben el bautismo con ocasión de su primera comunión, o adultos que no han recibido la confirmación o el bautismo. Por ello, hemos de ir adaptando la catequesis y los sacramentos a la situación concreta de cada persona.

            Actualmente, se dan dos modalidades en la catequesis previa a la celebración de la confirmación:

  1. para adolescentes: les convocamos a la edad de 3º de Secundaria
  2. para adultos: en el momento en que surge la necesidad.Cada modalidad tiene un tratamiento diferenciado acorde con su situación vital. En ambos casos, cada uno con materiales y método propios, se trata de acompañar el proceso de maduración de la fe, que culmina con la recepción del crisma de la confirmación, que nos otorga la plenitud del Espíritu Santo.El equipo encargado de la catequesis de adolescentes y adultos lo formamos tres catequistas, junto con el párroco, que mantenemos una reunión mensual durante el curso lectivo, donde nos formamos, programamos y revisamos. Procuramos participar en encuentros con otros catequistas y en otros medios de formación de la parroquia, y tenemos un representante en el Consejo parroquial pastoral.En el caso de los adolescentes, intentamos implicar a los padres, convocándolos a reuniones durante el año, sobre todo al principio de la catequesis para acoger y explicar a padres y chavales lo que les ofrece y lo que les pide la parroquia (la Iglesia) para este camino.

    La catequesis pretende ayudarles a iniciarse en la vida cristiana, en toda su extensión; no sólo en la doctrina, que es una parte –fundamental- de la fe, sino también en la oración personal, en la celebración litúrgica, en el compromiso del servicio, en la participación en la vida parroquial. Para ello cada uno ha de comprometerse a asistir regularmente a la sesión semanal de catequesis, a convivencias y encuentros con chavales de otras parroquias, a la eucaristía dominical, a realizar 10 h. al menos de servicio voluntario por curso.

    De lo que se trata es de iniciarse en todos los aspectos que componen la vida cristiana en la Iglesia: conocer y creer la fe, celebrar la fe, vivir la fe, transmitir la fe. Los compromisos no se han de ver tanto como “normas” que me imponen, cuanto como exigencias que surgen de la misma fe a la que quiero iniciarme, para ser coherente con ella.

    El don del Espíritu Santo que recibimos plenamente en la confirmación nos capacita para ser cristianos; si lo recibimos en la adolescencia o en la edad adulta se nos pide que lo recibamos con libertad, no sólo de poder elegir, sino de hacerlo responsablemente. La condición y a la vez el fruto de la confirmación y de la catequesis que lleva aneja es un compromiso consciente y personal con la fe que hemos heredado, que se ha de plasmar tanto al interior de la comunidad cristiana como en el resto de la sociedad. Hacer de la confirmación el punto y final de la vinculación con la Iglesia, es todo lo contrario al sentido de este sacramento. Solamente cuando se ha asumido realmente este compromiso tiene sentido recibir la confirmación, para que ésta pueda ser fecunda.

     

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